INNOVACIÓN Y SOSTENIBILIDAD, UN BINOMIO DE FUTURO PARA LA AVIACIÓN

INNOVACIÓN Y SOSTENIBILIDAD

Madrid, 05 de marzo de 2025

En un contexto en el que todavía es necesario reafirmar la importancia de la sostenibilidad dentro de la estrategia empresarial, como herramienta clave para impulsar la competitividad de los negocios, DIRSE y Soziable lanzan la primera edición de una iniciativa conjunta que busca visibilizar la opinión de los directivos de sostenibilidad sobre los principales retos del ámbito ASG.

En esta ocasión, Franc Sanmartí, director de Sostenibilidad de Vueling, comparte su visión sobre innovación y sostenibilidad en el sector aéreo.

Aunque a menudo se percibe a la aviación como uno de los sectores más contaminantes, Sanmartí recuerda que representa entre el 2% y el 3% de las emisiones globales de CO2, por debajo de industrias como la agricultura (18%) o la moda (10%). Sin embargo, reconoce que la descarbonización del transporte aéreo sigue siendo uno de los grandes desafíos en la lucha contra el cambio climático, debido a las importantes barreras tecnológicas, económicas y regulatorias que enfrenta.

Ante esta realidad, la industria aérea avanza de manera coordinada. Un ejemplo es la hoja de ruta presentada en 2023 por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que establece cinco áreas clave para alcanzar las cero emisiones netas en 2050: el uso de combustible sostenible (SAF), la creación de infraestructuras específicas, la optimización de operaciones, la puesta en marcha de incentivos globales y la movilización de mecanismos financieros que sostengan la transición.

En Vueling, como parte del grupo IAG, se han comprometido a que el 10% del combustible utilizado en 2030 sea SAF, superando los requisitos marcados por la Unión Europea. La apuesta por este combustible es una de las principales palancas para avanzar hacia una aviación más sostenible.

El SAF, producido a partir de residuos orgánicos o mediante la captura de CO2, puede llegar a reducir hasta un 100% las emisiones de carbono a lo largo de su ciclo de vida. No requiere modificaciones en los aviones actuales y se presenta como la alternativa más eficaz al combustible tradicional. Sin embargo, su producción sigue siendo limitada y sus costes son elevados, lo que exige una colaboración decidida entre aerolíneas, fabricantes, legisladores e inversores.

En este sentido, España cuenta con una oportunidad estratégica para posicionarse como referente en la fabricación de SAF, gracias a su capacidad de generar hidrógeno verde, la abundancia de residuos orgánicos y un sistema logístico robusto. Según un estudio de PwC para Vueling e Iberia, la construcción de entre 30 y 40 plantas de producción de SAF podría aportar 56.000 millones de euros al PIB español y generar hasta 270.000 empleos hasta 2050.

Más allá del SAF, la innovación tecnológica desempeña un papel clave en la hoja de ruta hacia la descarbonización. Un ejemplo destacado es el programa de digitalización del Cielo Único Europeo, en colaboración con ENAIRE y Eurocontrol, que gracias al análisis de datos y al uso de inteligencia artificial permite optimizar las trayectorias de los vuelos y reducir hasta un 10% las emisiones anuales del sector, lo que equivale a evitar 18 millones de toneladas de CO2 cada año.

También se avanza en la digitalización de la cabina de vuelo, sustituyendo documentación en papel por soluciones digitales que no solo reducen el peso de las aeronaves y, con ello, el consumo de combustible, sino que además permiten a las tripulaciones acceder a información actualizada en tiempo real. Herramientas como NavLink, que ofrece datos precisos sobre vientos para optimizar los descensos, son un claro ejemplo de estas mejoras.

La innovación avanza a un ritmo exponencial, lo que da motivos para confiar en que la aviación cumplirá sus objetivos de reducción de emisiones. Sirva como dato que, en 2024, se prevé producir 1,5 millones de toneladas de SAF, triplicando las cifras de 2023 y multiplicando por seis las de 2022.

En definitiva, la sostenibilidad de la aviación pasa por la colaboración y la innovación. Solo así será posible asegurar la competitividad del sector frente a alternativas que hoy se perciben como más sostenibles y evolucionar hacia un modelo de transporte aéreo más respetuoso con el planeta y las personas.

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