Con este estudio hemos querido contribuir a la recuperación de la confianza en las organizaciones y acelerar su transformación hacia modelos de negocio éticos y [radicalmente] responsables con las personas, la sociedad y el planeta. Para ello, además de presentar un diagnóstico detallado de fortalezas, riesgos y oportunidades, proponemos herramientas y recursos que pueden ser de utilidad para superar la brecha identificada.
Los resultados del estudio muestran que el principal reto ético al que se enfrentan nuestras organizaciones es reducir la brecha entre [lo que decimos] en nuestras declaraciones y [lo que hacemos] en el día a día.
Por dimensiones, pueden observarse las siguientes resultados:
Dimensión 1 (Procesos). La ética está muy implantada en el propósito y los valores de la organización:
Dimensión 2 (Toma de Decisiones). La ética no está implantada en la toma de decisiones:
Dimensión 3 (Entorno). La mitad de las organizaciones cuenta con recursos para incorporar la ética en la relación con los grupos de interés, pero necesitamos avanzar en la gestión efectiva de dichas relaciones:
Dimensión 4 (Personas). La apuesta para fortalecer el talento ético es aún una asignatura pendiente:
Dimensión 5 (Resultados). No se utilizan indicadores para evaluar el impacto ético, lo que dificulta una buena gestión
La investigación llega en un momento de lo más oportuno y necesario, en el que las prioridades de las organizaciones se han visto afectadas por el impacto de la pandemia derivada de la covid-19. Este dato se extrae de la última ronda del "Baro?metro DIRSE-EY sobre la relevancia y funciones dirse", en el que se detecta un incremento de 6 puntos porcentuales en la priorización del área de Ética empresarial, desde antes de la crisis sanitaria (con un 6’99 sobre 10) hasta finales de 2020 (con un 8’42 sobre 10) donde asciende al cuarto puesto en el orden de prioridades.